El Xampanyet

Ayer fui de la mano de Miguel Ángel y Nuri por primera vez al Xampanyet acompañado por mi pareja, Vanesa. El local está en marcha desde 1927 y también es conocido como Ca l'Esteve. Lo pasamos muy bien, el lugar es pequeño, bullicioso y muy probablemente tengas que tomarte tu consumición apretado, de pie y sin poder soltar la copa en ningún lado. Ayer, tras esperar pacientemente y situarnos de manera estratégica conseguimos sentarnos. Pedimos varias tapas y una botella de xampanyet, aunque no lo se, intuyo que debe ser de elaboración propia. Bebida fresca y dulzona que entra tan fácil como si fuera agua. Al cabo de unos minutos sabréis que no es agua por la risa floja que os da, acompañada de calores y verborrea difícilmente contenible.

Como dije antes, el local es pequeño, pero encantador. Muy vivo e impregnado aún de ese ambiente de los años 20, cerámicas decoradas, botas de vino y taberneros con pinta de lo que son. El bar está en pleno corazón del casco antiguo de Barcelona, en el barrio de El Born. Para llegar es sencillo, subís por la Rambla del Born dirección a la iglesia de Santa María del Mar y cuando os encontráis frente a ella (sin dejar la rambla) giráis a la derecha y cogéis la calle Montcada. En el número 22, que está muy cerca, encontraréis este lugar popular y carismático. Ventajas: si no lo encontráis preguntad por él, mucha gente lo conoce y os indicarán rápidamente. Inconvenientes: al ser popular y por su ubicación en la ciudad aparece en casi todas las guías turísticas de Barcelona y está llenito de guiris a todas horas. 
Quedé sorprendido por la calidad del servicio, en un bar tan pequeño donde moverse es casi imposible los camareros son rápidos, eficientes y atentos, la amabilidad supongo que va por días y depende de la cantidad de faena. Tampoco le pidamos peras al olmo... seamos comprensivos. A título personal debo decir que me sirvieron el xampanyet en copa baja y prefiero mil veces las bebidas espumosas en copa alta, pero en fin, when in Rome, do as the Romans do o Allá dónde fueres, haz lo que vieres. 

Respecto a las tapas son correctas en cantidad y en calidad. Con la primera consumición nos ofrecieron unos pimientitos rellenos de queso fresco diminutos y riquísimos según mis compañeros (yo no los probé, no me gusta el pimiento). Luego pedimos cecina, jamón y anchoas, todo bien presentado, bien cortado y exquisito para el paladar. No recuerdo haber visto tapas calientes. Para aquellos que conozcan el Espinaler en Vilassar de Mar y para establecer unos términos de referencia, decirles que ambos son muy parecidos.
Y de precio la verdad es que no se que tal está, Miguel Ángel, con el dinero de su mujer ;-) según dicen las fuentes, pagó la cuenta.
Con ellos disfruté de una mañana divertida, llena de risas, momentos para la seriedad, conversaciones picantonas, ataques de sinceridad (ya se sabe, con las copas uno suele sincerarse), en definitiva, un buen rato en un buen local y con una muy agradable compañía. Volveré. ¿Quién me acompaña?